miércoles, 31 de diciembre de 2014

Otro año que se va. Gracias por haber estado.

No he estado muy activa en el blog este año. Normalmente trato de escribir una entrada al mes pero desde mayo la práctica se quedó colgada. La foto y la entrada sobre Minus estuvo saludando a cualquiera que entrara al blog hasta el mes de octubre, donde con una imagen expresé mi dolor por la injusta muerte de Excálibur. Llegó noviembre y el cumpleaños de Misi y fueron esa foto y esa entrada las que se han quedado hasta ahora. La falta de tiempo me ha impedido escribir, a veces ha sido la apatía y, en otras ocasiones, mis paralizantes rollos emocionales. Y eso que, a nivel personal, 2014 ha sido un año generoso. No me gusta decir que ha sido un buen año cuando hay tanto dolor y tanta injusticia en todo el mundo, pero creo que es justo que mire a mi situación personal y dé las gracias, lo cual no impide que siga pidiendo fuerzas para no caer en la desilusión que me produce el mirar alrededor.
Este año me ha traido maravillosos encuentros y reencuentros en varias partes de la geografía española y europea, y ha sido un año en el que se han fijado nuevas rutas en mi relación con los animales humanos y no humanos.
Decisivo fue el mes de julio y la gente tan estupenda que conocí en el Oxford Centre for Animal Ethics, con los que voy a estar ahora más involucrada, ya que me han invitado a ser Fellow del centro. Conocí a gente maravillosa y la visita me dio la oportunidad de encontrarme con otros amigos en Oxford y en Londres, ciudad esta última de la que sigo enamorada hasta las trancas. Bea, ¿visitica anual? ¿Sofi? ¿Raquel?

Mani, descubriendo a Monti
Monti de cerca
El mes de agosto lo volvimos a pasar en Goupillières y volvimos a llevarnos a Mani. Allí estaba esperándonos Lluqui y, de vez en cuando, aparecía otro rubiales al que llamé Monti. Mayor que Lluqui, los últimos días de nuestra estancia pasó más tiempo en el jardín, escondido entre los setos o dormitando junto a la puerta. Nunca quiso entrar, pero sí que se comía lo que le poníamos. Tiene que tener una casa - o varias - a juzgar por la pinta lustrosa, así que deduzco que tenía interés en conocer a esta fauna humana.


Hemos vuelto a pasar unos días en Navidad, pero Monti no estaba por allí. Imagino que en invierno tendrá menos ganas de explorar, pero el que sí ha estado ha sido Lluqui. Madre mía lo que me ha costado separarme de él, aunque volveremos a vernos en primavera. ¿Por qué no puedo tener un universo propio donde pueda compartir en el mismo espacio la vida con todos los seres que quiero? Cuando me marcho de Granada, me duele separarme de mi arca particular, y cuando me marcho de Goupillières, me sucede lo mismo. En fin, supongo que, por todo ello, tengo que dar las gracias. Gracias por los que comparten mi vida a diario y gracias por quienes la comparten - al menos físicamente - en algunas ocasiones del año. Todos ellos forman parte de mi vida, incluso cuando no los veo y me hacen infinitamente mejor. Echar de menos es señal de que se tienen seres queridos en muchas partes, en lo visible y en lo invisible. Doy gracias a 2014 por los encuentros  - entre ellos la llegada de la pequeña Elena el 6 de septiembre - y reencuentros, y brindo por los que traerá 2015. ¡Feliz 2015!

Lluqui, gatito de verano
Lluqui, gatito de invierno