domingo, 29 de enero de 2023

Stevie

Ahora Stevie, que llegó a casa on the feast of Stephen, el 26 de diciembre de 2018. Parece una broma cruel. Pequeñito mío 💔 No puedo. No tienes la culpa tú, pero esto parece una pesadilla. Vuela alto, cariño, pero también cerquita.

Love trumps death, and death is not the end, pero tengo el corazón hecho añicos.

Así posaba, el día que llegó a casa.




viernes, 6 de enero de 2023

Día de Reyes de 2023 - Mirra, mi Mirra linda, para Jesús.

 Se ve que Jesús no quería tener solo la mirra que le trajeron los Magos de Oriente, y ha querido llevarse hoy a mi Mirra linda. Mi Mirrilla, mi adorable gata-perra, mi princesa del guisante, delicada, cariñosa, viajera, indescriptible. Hasta para marcharse ha sido preciosa. Soy muy consciente de que debería ver cómo se ha desarrollado todo como un regalo; de hecho, lo soy, pero es difícil ver como un regalo algo que no quería que sucediera. Mirra me ha enseñado tantísimo, me ha regalado tantísimo, mucho de lo cual no supe ver en su momento pero lo veo ahora, que me considero privilegiada porque alguien no la quisiera y acabase en mi casa. Their loss, my gain, my enormous treasure.

Pero ahora estoy rota, destrozada, y muy cansada. Te echo de menos, Mirra, y te querré siempre. Love trumps death and death is not the end.

(Continuará)



martes, 2 de agosto de 2022

Pichí, amor Pichí.



 

 Estoy destrozada, y últimamente parece que entro al blog solo para despedidas. No es así; son homenajes a quienes me han dejado el corazón roto, pero rebosante de amor. Y tú no ibas a ser menos, Pichí, aunque haya compartido contigo solo 16 días. Me parece mentira, parece que llevases mucho más tiempo conmigo. La intensidad de lo compartido no entiende de cronologías. Me decía Lidia que un amigo suyo decía que la vida hay que valorarla por lo ancha que ha sido más que por la longitud. Espero que la tuya, a pesar de corta, haya sido ancha. Si tengo que juzgar por cómo me sentía yo estando contigo, entonces es inconmensurable.
    Te encontré el 15 de julio, escondido entre las macetas de la placeta. Andabas, correteabas, revoloteabas, pero no remontabas el vuelo, salvo para subir de un escalón a otro. Me fue muy fácil cogerte y creo que hubiese sido aún más fácil a cualquiera que quisiera hacerte daño. No hay gatos por aquí, así que no creo que hubieses acabado en sus garras (irónico que fuera Michi quien acabara contigo), pero quizá algún perro, o quizá, a tenor de las temperaturas de ese día, hubieses muerto de calor, o de deshidratación. Quise salvarte la vida, pensé que lo estaba haciendo y me diste 16 días de felicidad infinita, incluso con la incertidumbre de si saldrías adelante. Sé que los gorriones alimentan a sus hijos en el suelo, incluso si han caído del nido, pero también sé (o creo, en realidad no sé nada) que no habrías podido remontar el vuelo con ellos. Juanjo me dijo cuando lo llamé que se le había muerto uno que estaba deshidratado y no podía seguir a sus padre, así que creo que fue la decisión correcta.
    Primero fue la jeringuilla, y nada; pero al pan mojado en leches vegetales y en agua sí que reaccionabas bien. Me encantaba verte el buche llenito y oírte llamar a los tuyos cuando te ponía en la ventana. Y ese descaro tuyo tan lindo, cuando me mirabas desde el armario para decirme ¿quë? ¿O solo mirabas? Cada mañana me despertaba con una ilusión tremenda, me asomaba a tu jaula, cerraba todo y te dejaba la jaula abierta. A veces te  quedabas ahí todo el rato, pero últimamente ya te colocabas en posición de salida, te colocabas en la puerta, mirabas a todas partes y alzabas el vuelo hacia el poto o , más frecuentemente, hacia el coral.  Esa era tu atalaya particular.


    Al principio te llevaba siempre de Ogíjares a Granada. Tenía que darte de comer con frecuencia y no podía dejarte en manos de nadie. Luego, como ya comías solo, te dejaba en Ogíjares, con la jaula siempre cerrada y también la puerta. Una escoba avisaba de que allí había una vida preciosa que había que proteger.
    Ayer el aviso no fue suficiente. No me lo puedo creer. Lo vivo como una traición. ¿Seré capaz de perdonar? Espero que fuese rápido, que no pasaras miedo, pero no puedo dejar de llorar. Ando como una zombi. Aún no he vuelto a Ogíjares. Tú sí has vuelto a casa, en el fondo de tu jaula, dormidito. Ahora descansas aquí. Te merecías una vida más larga, Pichí. Nos merecíamos ese verano en Francia, ese plan A si volabas o el plan B si no podías volar. No es justo. El dolor es atroz, y la furia no ayuda a sobrellevarlo. Te lloro y maldigo. ¿Soy injusta? Quizá. Pero tu vida era preciosa y se merecía que cualquier persona a cuyo cargo estuvieras la cuidara con la atención que yo te dispensaba. No, no soy Doña Perfecta, far from it; pero sé lo único que eras. No cabía negligencia alguna. Y ahora no puedo perdonar.
    Pero esos 16 días. ¡Guau! You thrived! Espero que te sintieras amado y, si continúas aquí, como dicen, en otro plano, espero que lo sientas aún más, libre de ataduras y pesos físicos. A mí me duele tu vida acortada antes de tiempo, mis ilusiones contigo sesgadas, pero me siento privilegiada de que estés en mi vida. Te quiero, Pichí.
Love trumps death, and death is not the end.
Duele.

Hasta el reencuentro.

 

 




miércoles, 25 de noviembre de 2020

Portos, Portichuelo

 

Demasiado pronto, demasiado joven. El aniversario de mi encuentro con Minus marca también a partir de hoy el de tu partida. No tengo palabras, cariño mío, solo dolor. Mucho dolor. Has sido, eres, un compañero que escapa a las palabras, porque siempre se quedan cortas para hablar del amor y del dolor. Esos ojos tuyos, occhi d'uomo. No he dejado de mirarlos hasta que se han apagado, rompiéndome en mil pedazos. Pero tus ojos siguen vivos, tú sigues vivo, de otra forma, en otro lado, no solo en mi corazón. 

Gracias, Portos, por haberte cruzado en mi camino cuando apenas tenías tres mesecitos. Gracias por la vida compartida. Gracias por el amor, por tanto, tanto, tanto, tanto amor. Gracias por quererme. Gracias por dejarte querer. Gracias por ser, gracias por estar. Gracias, gracias, gracias. 

Te quiero, mi amor Portos. Love trumps death, and death is not the end, pero estoy rota. Hasta el reencuentro, hazte notar, por favor.

miércoles, 25 de diciembre de 2019

Feliz Navidad vegana





El portal de Belén rompe con toda oposición binaria entre divino/no divino; humano/no humano. Se nos dice que Dios se hizo humano, y a mí me conmueve y me alegra el corazón el que naciera entre animales. Que el amor se instale de verdad en nuestros corazones y guíe nuestras acciones para que coexistamos en paz todos los seres vivos que habitamos en este maltrecho planeta. ¡Feliz Navidad! 🎄 💓 🙏🏻

Mi contribución vegana a la cena de anoche is a (y almuerzo de Navidad): mazapán de orejones, trufas se chocolate y de coco, galletitas saladas, paté de champiñones y de tomate seco con aceitunas y pipas de calabaza, bolitas de boniato con queso vegano y una empanada de judías azuki verduras de invierno (está última no está en la fotografía pero creo que la de ayer fue la versión que mejor me salió 😎)



sábado, 16 de noviembre de 2019

Mi tita Mary




Mi tita Mary era dos años mayor que mi madre; sin embargo, al haber estado soltera toda mi infancia, al llevarme y traerme a todas partes como si fuera su mascota, parecía la hermana joven. “Tú como yo. Independiente. Y sin niños”.
            Mi tita Mary me sentaba a bordar en sus rodillas cuando yo era demasiado pequeña para recordarlo, aunque veo la imagen vivamente de tantas veces que me lo contaba. “¡Tan chiquitilla! ¡Qué chiquitilla eras! ¡Una muñeca!” La veo desde un ángulo imposible, porque nos veo a las dos frente a la máquina de coser; pero la veo.
            Mi tita Mary nos contaba muchas historias y el otro día la recordaba sentada en la mesa camilla, con aquella Biblia enorme, leyéndome en voz alta. No recuerdo que me leyera de la Biblia en más ocasiones, solo aquella, aunque puede que fueran varios tardes seguidas, pero sí de otras muchas fuentes. Me encantaba oírla leer, verla pasar las páginas. Me gustaba verla doblar el periódico mientras lo leía, y tocarse el pelo de aquella manera que a mi abuelo le disgustaba tanto y que ella repetía porque le encantaba chinchar. ¿Y cuándo bostezaba? “Mari Lourdes, por Dios”. Y se reía. Sí; porque le encantaba chinchar.
            Mi tita Mary nos contaba muchas historias, y las repetía.  “Uf, otra vez”. “Sí, tita, yaaa. Si ya lo sé”. Y pienso que me irritaba porque esa nostalgia suya me recordaba a la mía. “Cómo pasa el tiempo. Qué pena. Tan chiquitilla que eras”. Y ahora me detesto por no haberle prestado toda la atención que pedía y que merecía; y me encantaría pedirle que me las volviera a contar, como anoche le pedí que lo hiciera a Irene, cuando apenas le salía la voz. “Como Chloe”.
            Mi tita Mary coleccionó los fascículos de “Las Estrellas”. Cada semana, la nueva entrega. Marilyn Monroe creo recordar que fue la primera; luego vinieron Clark Gable y Marlon Brando, aunque no sé si en ese orden. Y otros muchos más. Los encuadernó, y el pasado día 1, cuando estuvimos viéndola en casa, vi los tomos en una estantería de su salita y me transporté a la infancia. Recordamos juntas y, en esos recuerdos, seguro que viajamos las dos al salón de la casa del abuelo, aunque yo también viajé a esa salita en la que estábamos entonces, a un pasado más cercano, hace 32 años, cuando era otra salita, en la que yo dormía cuando me quedaba en su casa.
            Mi tita Mary me bordó ropita de cama para mis muñecas, me llevó de viaje, me hizo fotos, películas, me contaba cuentos cuando dormíamos juntas, en la habitación que compartía con mi tita Elvira cuando vivían con mis abuelos; mi hermano Nacho con la tita Elvira, yo con la tita Mary. La oigo pronunciar Rapunzel pero no consigo acordarme de qué era lo que robaba el padre.  ¿Lechugas? ¿Coles? ¿Berzas? ¿Repollos? Ahora no lo sabré. ¡Berzas! ¡Creo que eran berzas! Y yo cogía ese Jerry con biberón encima de la mesita de noche. “¿Quieres que te cuente el cuento del gallo pelao?” “Sí” “Yo no digo ni que sí ni que no; que si quieres que te cuente el cuento del gallo pelao.” “No”. “Yo no digo ni que no ni que sí, que si quieres que te cuente el cuento del gallo pelao.” “Ofú, titaaaaaa”.
            Mi tita Mary cantaba en un coro, y escuchaba a Jarcha, y a Eduardo Aute, y se compró un equipo de música chulísimo en el que yo escuchaba discos horas y horas.
            Mi tita Mary tenía mucho genio; como yo. “Tú como yo”. El bicho que le picó al tren. El colirio de pilocarpina.
            Mi tita Mary nos quiso a rabiar, nos quiere a rabiar, y yo espero que ella se haya sentido querida; espero que sepa cuánto la queríamos, cuanto la queremos; cuanto la quería, cuánto la quiero. Te quiero, tita Mary.
            Mi tita Mary se ha ido y a mí se me ha roto el alma.