Leí este verano una entrevista que he hicieron en
El País Semanal a Dani Rovira y me grabé a fuego un comentario que hizo por la actitud tan distinta a la mía que mostraba. Decía Rovira que, desde que pegó el salto a la fama, vive echando de menos muchas cosas y a muchas personas. Este echar de menos, lejos de ser un motivo de tristeza, lo veía como señal de algo positivo porque decía que, al contrario de lo que dice mucha gente, a él le faltan dedos en las manos para contar los amigos que tiene. Quise quedarme con esa reflexión para darle un color distinto a mi nostalgia permanente, si bien me cuesta conseguirlo.
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Lucky Lluqui con lucky Marga |
Mañana hará 4 semanas que estoy de estancia de investigación en Francia. Entraré, por tanto, en la recta final, pues vuelvo a Granada el día 4 de mayo. Cuando me venía, no hacía más que decir que para qué demonios me largaba 5 semanas sin mis seres queridos y sentía que estaba "abandonado" a mis compañeros peludos y plumíferos. He de confesar que lo único que me animaba era saber que me iba a quedar en la casa que Matthias tiene cerca de París y que aquí está Lluqui. Pues ahora me da una angustia tremenda el pensar que ya me queda poco tiempo de estancia y que ya no lo volveré a ver hasta el verano. Y cuando vuelva en verano me dará angustia dejarme a los otros allí. ¿Tan difícil me resulta interiorizar la suerte que tengo de poder compartir espacio, tiempo y amor aquí y allí? Dicen que el hogar está donde está el corazón, y el mío está esparcido por muchas partes. Eso debería ser bueno y mi cabeza me dice que así es, pero el corazón se angustia por lo que no está. Vaya manera de complicarme la vida y de hacerme infeliz, cuando debería ser tan fácil verlo como Dani.
Siempre he pensado que no me gustan las despedidas porque todas son un anticipo de la despedida última, pero creo que eso es demasiado cerebral. No me gustan porque me cuesta despegarme de los seres que quiero, aunque vaya a encontrarme con otros a quienes también quiero. El amor no se gasta; al contrario, es sorprendente la capacidad que tiene para hacerse cada vez más grande y superar todas las barreras, pero el corazón se resiente en el momento de la separación. Claro, que también se alegra con el reencuentro. Uf.
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