Mientras estaba trabajando en el capítulo, nuestro querido Berlioz, nuestro samoyedo bonachón, cariñoso y, ciertamente, mayorcete se fue. Fue el 13 de junio de 2008. No voy a entrar a describir un dolor que no se puede describir porque, como le dije hace poco más de un año a mi queridísima amiga Encarni, cuando se me fue otra compañerilla del alma, mi Mimi mimosa, para el amor y el dolor no hay palabras. Simplemente, no las hay. Nos empeñamos en buscarlas y en esa búsqueda gestamos hermosísimos sucedáneos, pero la realidad última es que no existen.
Divago. Berlioz se fue y yo no estaba para escribir nada. Les escribí a los editores, Murali Sivaramakrishnan y Ujjwal Jana para disculparme y decirles que siguieran adelante sin mi contribución. Desde su India me mandaron mensajes cariñosísimos, acompañándome en mi dolor y expresándome su deseo de esperar. Al parecer, había otros contribuidores que iban a retrasarse y podían esperar mi capítulo. No me puse fecha; volvería a escribir cuando tuviera ganas y si el libro salía sin mi publicación, nada pasaba. Tenía aún que corregir exámenes finales, poner las notas, revisiones... todo lo que acompaña a un final de curso. Aparqué el capítulo sine die.
Y un mes y medio más tarde, el 26 de julio, llegó Mishkin, un gatito canijo que ahora es toda una pantera. Otra gran amiga, Carmen, me dijo que seguro que Berlioz estaba hasta las narices de verme llorar por su ausencia (Carmen lo llamó "distancia física", me gusta más) y que puso a Mishkin en mi camino. Además, Carmen sabe muy bien por qué lo sabe ¿verdad Carmen? Ahora yo también lo sé.
"L'essentiel est invisible pour les yeux."
Siempre sabio, el zorro de Saint-Exupéry, ¿verdad, Matthias?
Para hacerlo todo más redondo, el 6 resulta que es mi número favorito, el que se le ha asignado a mi capítulo en este libro.
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