Una semana y un día hoy del fatídico accidente, Caracoli lindo. Agarrándome a cualquier esperanza te he traído hasta aquí, pero creo que te deshaces. Y yo me rompo y no puedo perdonarme. Si sólo, si sólo, si sólo... Cuánto cambia todo en un segundo y qué distinto sería de haber hecho otra cosa. Son accidentes, me dices, pero se podían haber evitado, digo yo. Porque la víctima es otra. Tú. Y te echo de menos, tan pequeñín, saliendo de tu concha a explorar tu casa nueva, tu hogar de verano. Por tratar de cuidarte lo mejor posible, al final, en lo más tonto, caíste. Lo siento tanto. Ojalá pudiera dar marcha atrás en el tiempo y dejarte en casa, para preparar tu viaje al día siguiente, en lugar de querer controlarlo todo. ¿Me perdonas? Porque yo no puedo.