Se ve que Jesús no quería tener solo la mirra que le trajeron los Magos de Oriente, y ha querido llevarse hoy a mi Mirra linda. Mi Mirrilla, mi adorable gata-perra, mi princesa del guisante, delicada, cariñosa, viajera, indescriptible. Hasta para marcharse ha sido preciosa. Soy muy consciente de que debería ver cómo se ha desarrollado todo como un regalo; de hecho, lo soy, pero es difícil ver como un regalo algo que no quería que sucediera. Mirra me ha enseñado tantísimo, me ha regalado tantísimo, mucho de lo cual no supe ver en su momento pero lo veo ahora, que me considero privilegiada porque alguien no la quisiera y acabase en mi casa. Their loss, my gain, my enormous treasure.
Pero ahora estoy rota, destrozada, y muy cansada. Te echo de menos, Mirra, y te querré siempre. Love trumps death and death is not the end.
(Continuará)
Mi Mirra linda, hace una semana, todavía estabas conmigo en brazos. Dolía, dolía mucho. Gerardo llamó. Hicimos videoconferencia. Pudo verte, y yo ahora veo nítidamente ese rectangulito pequeño que ocupabas en la pantalla, dominada por el rostro de Gerardo, que te hablaba. Mi amor lindo. Te veía respirar, veía tu corazon latir. Deseaba que terminara todo, que dejaras de sufrir. Prefería que fuera a través de un milagro, pero lo importante era que no sufrieras. En mis brazos, segura, tranquila, pero sin poder retenerte. Tenías que emprender tu viaje. Ya lo estabas emprendiendo. Te estabas despidiendo de mí poco a poco, poniéndomelo fácil. Y yo, qué egoísta. Pero es que te quiero con locura. Te habría retenido conmigo siempre. Ese cuerpecito pequeñito, ya más delgadito en este último año, pero siempre cuerpecito de pitusilla. Mi Mirra linda. Mi Mirra linda. Duele.
ResponderEliminarEstoy aquí con Minca y con Mishkin, que no pudieron despedirse de ti porque llevabas un año viajando entre Ogíjares y Granada, allá donde yo estuviera más tiempo y pudiera cuidarte. Y no entienden mi llanto, ni los aullidos de dolor. Aullar de dolor es lo único que parece tener sentido, Mirra linda. Mirra linda. Mi Mirrilla. Mi pitusilla. Mi gata-perra, princesita del guisante. ¡Cómo le robaste el corazón a Michelle! ¡Cómo te acariciaba! Qué bonito recuerdo compartió Elena conmigo el lunes entre lágrimas, cuando os hicisteis amigas este verano en Goupillières, subiste la escalera tan pichi con ella y seguiste hacia la del desván. Qué especial eres, Mirra. Si solo pudiera sentirte, saber que continúas, que todo está bien, que estáis bien, cerca de mí, en otro plano. Dolería, sí, pero habría esperanza. Ahora estoy desolada. Te quiero a rabiar, Mirra.
Miramos una peli de los hermanos Marx, comí roscón de Reyes, jugué al móvil mientras hablaba contigo en brazos. Todo el rato contigo en brazos. No sé si para narcotizarme o para transmitirte una tranquilidad que yo no sentía. Pero luego fue 100% contigo. A cada momento pensaba que sería "Ahora" y así lo vivimos, hasta aquel "Ya". Necesito vocalizar, pero hay cosas que son privadas, pero la presencia del acompañamiento, en el que te llevaste un trozo de mi corazón contigo, la tengo grabada y la agradezco. Soy privilegiada por tenerte en mi vida.
ResponderEliminarMatthias, pon el reloj en la tele, quiero ver la hora. Quiero saber el momento exacto. Solo recuerdo 14.17, y en 14.18, la expiración.
ResponderEliminarMatthias y yo, pendientes de ti. Toda nuestra atención centrada en tu cuerpecito lindo y pequeño, tan abrazable, tantas veces abrazado, besado. 14.17.
ResponderEliminarPendiente del reloj, pendiente de ti. 14.17. 14.18. Ya. Una semana ya. Parece un siglo, mi amor. Parece un siglo.
ResponderEliminarMirrilla, tres semanas hoy. Justo ahora. Te quiero.
ResponderEliminarUna luna, Mirra.
ResponderEliminarUn mes que parece un siglo, Mirrilla. Te echo tantísimo de menos.
ResponderEliminarDos meses y dos minutos. Una condena.
ResponderEliminarUn año, Minca. Un año y cinco minutos.
ResponderEliminarUn año, Mirra. Un año y cinco minutos.
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