lunes, 18 de marzo de 2013

¡GRACIAS, ARLINA!

Por seguir mejorando. Esas lágrimas de tu compañero humano no podían tener mejor recompensa. Mucha suerte a los dos. Espero que volvamos a encontrarnos.


27 de abril. He vuelto a ver a Arlina y a su compañero humano desde aquél 16 de marzo el día en que me paré a hablar con él para saber qué le había pasado a su perrita. Me contó entonces, entre lágrimas, que Arlina había mordido un cable, le había dado una descarga eléctrica que le había causado daños en la boca y en el interior de su cuerpecito y que el lunes la operarían; estaba pidiendo dinero para la operación y el día era particularmente inmisericorde. Yo, que adoro los días de lluvia, me desperté en varias ocasiones en mitad de la noche deseando que cesara, preguntándome dónde diantres estarían refugiados.
Me enteré de que Arlina estaba mejorando porque le pregunté a otro chico que pedía cerca de donde el otro estaba el fin de semana. Tenía otros perros, pensé que podría conocerlo y resultó ser amigo del anterior. Desde entonces, he visto a Arlina y su compi el el sitio en el que los vi por primera vez; los he visto desde el autobús o desde la acera de enfrente, pero confieso que no he querido acercarme a preguntar por si resultaba no ser Arlina y el chico me decía que había muerto. Bendita ignorancia ¿no?
Pues no, harta de tanta cobardía, crucé la acera el miércoles pasado y estuve hablando un rato con el chico y ¡jugando con Arlina! Es un terremoto de cachorrillo que lleva en la boca la marca de sus travesuras pero que no le afecta en absoluto para comer. De hecho, según me comentó su humano, es una tragona. Me dijo que se marchaban, que ponían rumbo a Cádiz, al mar, a finales de mes. Les deseé mucha suerte. Ayer volví a verlos, Arlina dormía, ahora protegida del sol por los cartones en los que el chico pide dinero para él y su perrita en plena Gran Vía. Imagino que el lunes ya no estarán allí. ¡Ojalá que les vaya bonito!

sábado, 9 de febrero de 2013

Marcos: una semana después

Marcos - freeeeeeeeee!!!!

A estas horas, hace una semana, aún seguía viva una criatura de cuya existencia ni siquiera tenía noticia. Mientras yo andaba en mis quehaceres diarios, a él le quedaban apenas 6 horas de vida. Lo sé, nada nuevo. Cada día nacen y mueren seres a los que no conocemos y nuestra vida, obviamente, no se ve afectada por ello. Pero Marcos, al que nunca tuve la fortuna de conocer, cuya historia conocí justo cuando se fue, ya es parte de la narrativa de mi vida. Esta cría de delfín apareció varado el verano pasado en las playas de Roquetas de Mar y, desde entonces, ha estado atendido con infinito amor por los voluntarios de PROMAR, que no han escatimado esfuerzos en hacer todo lo posible para devolverlo a su elemento. No pudo ser. El domingo me enteré de que había fallecido, y se me partió el corazón. ¿Cómo se puede partir el corazón por la marcha de alguien que no sabes que existía? Pues porque enterarte de la muerte de alguien a tan temprana edad siempre - al menos así lo vivo yo - es un mazazo. Pero es que el leer su historia, ver sus progresos, sus saltos, la dedicación constante de todos los que lo han acompañado, ese amor que han compartido, y el ver que no ha podido ser, me acerca al dolor que ellos tienen que estar experimentando. Si yo tengo el corazón roto - ahoga pensarlo - el suyo tiene que estar hecho añicos. Pero tan, tan, tan lleno de amor que deben sentirse muy afortunados.
Marcos es ahora libre, pero esto no consuela a quienes habríamos querido que hubiese tenido una vida terrenal más larga. Yo me repito constantemente que no es la cantidad sino la intensidad lo que cuenta, pero no me voy a engañar, me habría gustado que Marcos no se hubiese ido tan pronto. No les debe consolar mucho a los voluntarios de PROMAR el saber que han hecho todo lo posible, que le han dado una oportunidad que nunca habría tenido, que Marcos ha sido feliz con ellos y ellos con Marcos; y digo que no les debe consolar porque el dolor debe ser intensísimo. Y es lógico que lo sea. Es mucho lo que han compartido. El consuelo de saber que han hecho todo lo humanamente posible se produce a nivel intelectual, pero el corazón no sabe de esas cosas, y sufre por la ausencia. Como debe ser.
A lo largo de esta semana, cuando diariamente entraba a ver las página de Promar y Marcos en Facebook, para compartir y darle sentido a este sentimiento, me preguntaba si no habría sido mejor que no me hubiese enterado de su marcha; me habría ahorrado este dolor. Mi vida habría seguido su curso pero no habría sabido de su existencia y, al enterarme de su muerte, la vida de Marcos está ahora tejida con la mía. Este dolor, pues, merece la pena. Lo decía C.S. Lewis, parafraseando a su mujer Joy, en Shadowlands: "The pain now is part of the happiness then. That's the deal".  Es cierto que yo no experimenté esa felicidad de conocer a Marcos, de nadar con él, de alimentarlo, cuidarlo, pero puedo sentir la que han experimentado toda esta gente de PROMAR, y él saber que fue feliz, que fueron felices, me hace feliz. Este post es una forma de expresarles mi amor a Marcos y a todos y cada uno de los que han estado con él. El dolor que tienen que sentir ahora debe ser asfixiante, pero es parte de la felicidad de haber compartido estos preciosos momentos con Marcos.
Lamento decirlo, pero no siento especial afecto por la especie humana como tal, aunque sí lo sienta hacia muchos de los individuos que forman parte de ella. Cada día tengo más motivos para pensar que somos una especie defectuosa, pero Marcos me ha dado a conocer a muchos de estos individuos que hacen que no siempre me avergüence de pertenecer al género humano. Gracias, Marcos. Gracias PROMAR. Gracias a todos y cada uno de quienes habéis acompañado y os habéis dejado acompañar por este pequeñín. Love trumps death, remember that. Lo queréis. Os quiere.


Encantada de haberte conocido, querido Marcos. Sigue saltando, libre.

Conoced a Marcos y a Promar:
Promar: https://www.facebook.com/pages/Promar/238079961481
Marcos the dolphin:https://www.facebook.com/MarcosTheDolphin?fref=ts

jueves, 31 de enero de 2013

El primer mes del año

Exactamente un mes hace hoy desde que escribí la entrada anterior en el blog. Dos entradas separadas por un mes pero también por un año. Esta es la primera de 2013 y aquella fue la última de 2012 y, si bien aparecerán de manera consecutiva en el blog, se archivarán en apartados distintos, correspondientes a años distintos. No en vano, Enero es el equivalente español del Ianuarius latino, nombre que recibía el mes del dios Janus, el dios de principios, de finales, de puertas; de transiciones, al fin y al cabo, como expresa su bifrontalidad.
En fin, no sé el porqué de estas divagaciones; supongo que por mi eterna pelea con el paso rápido del tiempo, que ya podía ir un poco más lentito y no echarse encima de esta manera. Esa resistencia al cambio hace que en mi casa aún sea Navidad. Sí, aún tengo mi arbolazo, el Belén y otras decoraciones navideñas. Las voy quitando poco a poco, para que la Navidad no se vaya de golpe,  y lo último que quito es el árbol y el Belén. Y lo cierto es que se nota porque dominan el salón de casa. Me gusta mucho mi árbol, me encanta la luz que da al salón, me da sensación de hogar y me da siempre mucha pena tener que quitarlo. Pero, bueno, quizá este fin de semana sea el momento. Ya lo veré. Al menos en este asunto no tengo que hacer nada que no me apetezca hasta que me apetezca hacerlo.
Enero, por otra parte, suele ser el mes de las prisas. Son sólo tres semanas las que quedan hasta que finalice el primer cuatrimestre desde la vuelta de vacaciones y siempre hay que terminar temarios, evaluar presentaciones orales e ir cerrando todo para el período de exámenes. Enero ha sido el mes de Hamlet, de The Importance of Being Earnest, de Mrs Warren's Profession y de The Dumb Waiter. Ha sido también el mes de Mary Wollstonecraft, esa extraordinaria mujer a la que he dedicado un artículo para una revista y que he conseguido terminar en este mes de enero. Ahora son días de tutorías, pero también de casa, de pasar más tiempo en casita, disfrutando del hogar y de todos sus integrantes. Febrero será el mes de corrección de exámenes, de trabajos y del comienzo del segundo cuatrimestre. Será también... mes de vampiros.

lunes, 31 de diciembre de 2012

Año viejo, año nuevo

Resulta  inevitable hacer balance cuando se acaba un año y llenarnos de propósitos para el nuevo. No sé a vosotr@s pero a mí me da siempre pena despedir un año, independientemente de la ilusión que me produce darle la bienvenida al nuevo. Es más, he de confesar que me da miedo hacer balance y ver que el año que se va se ha portado bien conmigo. En esas me encontraba, horas antes de que terminara 2011, cuando recibí la noticia de que mi primo Antonio - Antoñito, a pesar de los años - se había dejado la vida en la carretera, transformando por completo el sentimiento con el que miraba entonces al año que se marchaba. Ahora me encuentro, a pocas horas de que termine 2012, con los mismos miedos.
No quiero, sin embargo, que los miedos puñeteros embarguen el agradecimiento a este año. Aquí seguimos, sanos y salvos, con la familia creciendo - Portos, Caracoli y mi nueva sobrina Cristina - y los demás un año más viejos pero juntos. También están presentes los que se fueron - ¿quién dijo que las ausencias lo son realmente? - si bien es cierto que duele el no poder establecer contacto físico. Conforme pienso esto la sombra puñetera de cada año me tortura con un "¿cuántos años más todos juntos?" y, por un momento, me ofrece, como a Scrooge, una vista de un futuro con ausencias. Hoy, sin embargo, lejos de dejar que me atormente, le hago cara y me enfrento a su afán por ensombrecerme (claro, esa es la función de una sombra ¿no?). No lo sé, ¿cómo lo voy a saber? ¿quién lo puede saber? Eso es también lo que aprendió Scrooge. Espero que estemos todos juntos muchos años más, pero la verdad es que nadie sabe cuánto tiempo le queda por delante. Lo único que sé es que ahora estamos aquí y eso me hace dar las gracias a 2012, a las 17:20. Tengo muchas cosas por las que darle las gracias y así lo hago. También tengo muchas esperanzas para 2013 y muchos deseos de que el mundo sea un lugar mejor y más justo para todos, todos, todos sus habitantes: humanos y no humanos, vivos e inertes. Ojalá 2013 traiga una disminución del sufrimiento. No está en nuestras manos erradicarlo por completo, pero sí colaborar a que sean muchos menos los seres vivos que sufren. Disculpad pero quisiera terminar el año haciendo apología del vegetarianismo. A caballo entre el vegetarianismo y el veganismo, deseo que quien no pueda pegar el salto, al menos considere disminuir el consumo de animales en 2013. Hay mil razones para ello pero, la más importante, la de vidas que continuarán existiendo. ¡FELIZ 2013!


martes, 25 de diciembre de 2012

¡FELIZ NAVIDAD!



¡Feliz Navidad! - Bo Nadal - Bon Nadal - Zorionak - Natale hilare - Boas Festas - God Jul - Merry Christmas - Buon Natale - Joyeux Noël - Fröhliche Weihnachten - Nollaig Shone Dhuit - Gaja Dristnaskon - Miau miau - Guau guau - Pio pio - ... ...



Que todos los buenos deseos que compartimos en estas fechas no se queden en palabras, que nos acompañen todo el año y seamos parte activa en que se materialicen. No cuesta tanto y es mucho lo que se consigue. Entre tod@s podemos contribuir a dejar el mundo algo mejor de lo que estaba cuando llegamos. No dejemos que la inercia nos lleve a hacer lo contrario. Os dejo con un vídeo que me llegó el otro día y que no me canso de reenviar. Debería ser así de fácil. De hecho, creo que, en realidad, ES así de fácil. Otra cosa es que nos empeñemos en verlo o hacerlo todo más complicado de lo que es. Simplify!!!

¡FELIZ NAVIDAD!



sábado, 22 de diciembre de 2012

Gracias



A la vida, a todas y a todos por tantas, tantas, tantas cosas. No doy nombres porque son muchas las personas humanas y no humanas, los acontecimientos, las cosas y las causas por las que estoy agradecida, que llenaría este blog. Se me ocurre expresar mi agradecimiento hoy, este 22 de diciembre, con la Navidad a la vuelta de la esquina, otro año en su recta final y un nuevo B'aktun recién estrenado; hoy, precisamente, que no me ha tocado ni un céntimo en la lotería (yo, que no suelo comprar, este año he comprado un décimo) pero es que la lotería me toca cada vez que pienso en lo feliz que me hacen quienes me rodean. No lo cambio por nada. Gracias, gracias, gracias.