jueves, 31 de enero de 2013

El primer mes del año

Exactamente un mes hace hoy desde que escribí la entrada anterior en el blog. Dos entradas separadas por un mes pero también por un año. Esta es la primera de 2013 y aquella fue la última de 2012 y, si bien aparecerán de manera consecutiva en el blog, se archivarán en apartados distintos, correspondientes a años distintos. No en vano, Enero es el equivalente español del Ianuarius latino, nombre que recibía el mes del dios Janus, el dios de principios, de finales, de puertas; de transiciones, al fin y al cabo, como expresa su bifrontalidad.
En fin, no sé el porqué de estas divagaciones; supongo que por mi eterna pelea con el paso rápido del tiempo, que ya podía ir un poco más lentito y no echarse encima de esta manera. Esa resistencia al cambio hace que en mi casa aún sea Navidad. Sí, aún tengo mi arbolazo, el Belén y otras decoraciones navideñas. Las voy quitando poco a poco, para que la Navidad no se vaya de golpe,  y lo último que quito es el árbol y el Belén. Y lo cierto es que se nota porque dominan el salón de casa. Me gusta mucho mi árbol, me encanta la luz que da al salón, me da sensación de hogar y me da siempre mucha pena tener que quitarlo. Pero, bueno, quizá este fin de semana sea el momento. Ya lo veré. Al menos en este asunto no tengo que hacer nada que no me apetezca hasta que me apetezca hacerlo.
Enero, por otra parte, suele ser el mes de las prisas. Son sólo tres semanas las que quedan hasta que finalice el primer cuatrimestre desde la vuelta de vacaciones y siempre hay que terminar temarios, evaluar presentaciones orales e ir cerrando todo para el período de exámenes. Enero ha sido el mes de Hamlet, de The Importance of Being Earnest, de Mrs Warren's Profession y de The Dumb Waiter. Ha sido también el mes de Mary Wollstonecraft, esa extraordinaria mujer a la que he dedicado un artículo para una revista y que he conseguido terminar en este mes de enero. Ahora son días de tutorías, pero también de casa, de pasar más tiempo en casita, disfrutando del hogar y de todos sus integrantes. Febrero será el mes de corrección de exámenes, de trabajos y del comienzo del segundo cuatrimestre. Será también... mes de vampiros.

lunes, 31 de diciembre de 2012

Año viejo, año nuevo

Resulta  inevitable hacer balance cuando se acaba un año y llenarnos de propósitos para el nuevo. No sé a vosotr@s pero a mí me da siempre pena despedir un año, independientemente de la ilusión que me produce darle la bienvenida al nuevo. Es más, he de confesar que me da miedo hacer balance y ver que el año que se va se ha portado bien conmigo. En esas me encontraba, horas antes de que terminara 2011, cuando recibí la noticia de que mi primo Antonio - Antoñito, a pesar de los años - se había dejado la vida en la carretera, transformando por completo el sentimiento con el que miraba entonces al año que se marchaba. Ahora me encuentro, a pocas horas de que termine 2012, con los mismos miedos.
No quiero, sin embargo, que los miedos puñeteros embarguen el agradecimiento a este año. Aquí seguimos, sanos y salvos, con la familia creciendo - Portos, Caracoli y mi nueva sobrina Cristina - y los demás un año más viejos pero juntos. También están presentes los que se fueron - ¿quién dijo que las ausencias lo son realmente? - si bien es cierto que duele el no poder establecer contacto físico. Conforme pienso esto la sombra puñetera de cada año me tortura con un "¿cuántos años más todos juntos?" y, por un momento, me ofrece, como a Scrooge, una vista de un futuro con ausencias. Hoy, sin embargo, lejos de dejar que me atormente, le hago cara y me enfrento a su afán por ensombrecerme (claro, esa es la función de una sombra ¿no?). No lo sé, ¿cómo lo voy a saber? ¿quién lo puede saber? Eso es también lo que aprendió Scrooge. Espero que estemos todos juntos muchos años más, pero la verdad es que nadie sabe cuánto tiempo le queda por delante. Lo único que sé es que ahora estamos aquí y eso me hace dar las gracias a 2012, a las 17:20. Tengo muchas cosas por las que darle las gracias y así lo hago. También tengo muchas esperanzas para 2013 y muchos deseos de que el mundo sea un lugar mejor y más justo para todos, todos, todos sus habitantes: humanos y no humanos, vivos e inertes. Ojalá 2013 traiga una disminución del sufrimiento. No está en nuestras manos erradicarlo por completo, pero sí colaborar a que sean muchos menos los seres vivos que sufren. Disculpad pero quisiera terminar el año haciendo apología del vegetarianismo. A caballo entre el vegetarianismo y el veganismo, deseo que quien no pueda pegar el salto, al menos considere disminuir el consumo de animales en 2013. Hay mil razones para ello pero, la más importante, la de vidas que continuarán existiendo. ¡FELIZ 2013!


martes, 25 de diciembre de 2012

¡FELIZ NAVIDAD!



¡Feliz Navidad! - Bo Nadal - Bon Nadal - Zorionak - Natale hilare - Boas Festas - God Jul - Merry Christmas - Buon Natale - Joyeux Noël - Fröhliche Weihnachten - Nollaig Shone Dhuit - Gaja Dristnaskon - Miau miau - Guau guau - Pio pio - ... ...



Que todos los buenos deseos que compartimos en estas fechas no se queden en palabras, que nos acompañen todo el año y seamos parte activa en que se materialicen. No cuesta tanto y es mucho lo que se consigue. Entre tod@s podemos contribuir a dejar el mundo algo mejor de lo que estaba cuando llegamos. No dejemos que la inercia nos lleve a hacer lo contrario. Os dejo con un vídeo que me llegó el otro día y que no me canso de reenviar. Debería ser así de fácil. De hecho, creo que, en realidad, ES así de fácil. Otra cosa es que nos empeñemos en verlo o hacerlo todo más complicado de lo que es. Simplify!!!

¡FELIZ NAVIDAD!



sábado, 22 de diciembre de 2012

Gracias



A la vida, a todas y a todos por tantas, tantas, tantas cosas. No doy nombres porque son muchas las personas humanas y no humanas, los acontecimientos, las cosas y las causas por las que estoy agradecida, que llenaría este blog. Se me ocurre expresar mi agradecimiento hoy, este 22 de diciembre, con la Navidad a la vuelta de la esquina, otro año en su recta final y un nuevo B'aktun recién estrenado; hoy, precisamente, que no me ha tocado ni un céntimo en la lotería (yo, que no suelo comprar, este año he comprado un décimo) pero es que la lotería me toca cada vez que pienso en lo feliz que me hacen quienes me rodean. No lo cambio por nada. Gracias, gracias, gracias.

viernes, 30 de noviembre de 2012

Implacable November weather


Otro mes que termina hoy. Un mes entero que separa la única entrada del mes de octubre de la única del mes de noviembre. El título de esta entrada no sólo hace referencia al primer capítulo de Bleak House, obra a la que dedico una entrada en mi otro blog (Happy Bicentenary Mr Dickens), tras un regalo muy especial de mi querido amigo Mauricio, sino al tiempo atmosférico (y también cronológico) que nos ha traído este mes de noviembre. Empezó con lluvias torrenciales y está terminando con una ola de frío. Ha traído muchísimo, muchísimo trabajo: correcciones de redacciones, correcciones de exámenes, reuniones de departamento, dos consejos de departamento, más reuniones y más correcciones que apenas me han dejado tiempo para dedicarle a un artículo que tengo que terminar de escribir sobre Mary Wollstonecraft. Noviembre ha estado lleno de eventos y eso hace que, si bien al mirar atrás parezca que se ha pasado volando, cuando observo los días, se me antoja un mes eterno. Uno de los meses del año que más me gustan, por otra parte: mis -bres. Trajo un viaje a Madrid, para ver exposiciones y teatros; trajo un nuevo espectáculo de El Brujo (Mujeres de Shakespeare), al que llegamos por los pelos, después de estar casi 7 horas en el autobús de Madrid al estar la autovía cortada por la lluvia. Ha traído, también, el final de la quinta temporada de True Blood y el principio de la segunda de Once Upon a Time. Esta última, entre tanto trabajo, se me ha pasado por completo. A ver si consigo ponerme al día (veré también si merece la pena...).

El temporal de lluvias torrenciales ha tirado varios árboles, uno de ellos justo al lado de mi casa. El día 9 de noviembre me encontré un árbol atravesado en la acera que lleva a mi calle. Al parecer, hacía poco que se había caído. Era una imagen bellísima y tristísima, al mismo tiempo, porque el árbol estaba perfectamente sano, pero había llovido tanto que había perdido sujeción al suelo, las raíces no debían ser lo suficientemente profundas para su imponente altura, y acabó soltándose. Sabiendo que su destino no iba a ser el trasplante a otro lugar, subí corriendo a casa, cogí la cámara y tomé un montón de fotografías. No podía despegarme del árbol, sentía la necesidad de observar cada rincón, de meterme entre las ramas que conformaban su copa, ahora que estaba en el suelo; tenía que despedirme de él. Y en mitad de la despedida, en una de las gruesas ramas encontré un diminuto caracol, una vida pequeñita que ahora vive conmigo y que, seguramente, habría corrido el mismo destino del árbol. Efectivamente, al poco de subir a casa, ya oí la sierra mecánica. Me asomé a la terraza pero no quise mirar más. Ahora sólo está el pie del tronco mutilado; un recuerdo del magnífico árbol que ya no está.

También ha traído noviembre una compañerilla gatuna algo esquiva. Creo que cuando la vi por primera vez era todavía octubre, pero se mezclan ya las fechas en mi cabeza así que no puedo estar segura de la fecha del primer encuentro, aunque sí recuerdo cómo fue. De vez en cuando, se refugia en un jardincillo que hay en mi bloque una gata negra que ya se me ha pasado por la cabeza adoptar, pero que creo que prefiere ser un espíritu libre. Al principio me rehuía y sólo se acercaba cuando le ponía comida. La veía un par de días seguidos y luego desaparecía para volver a aparecer al cabo de otros dos días, en una ocasión, acompañada de otro compi. Llevo siempre en el bolso una latilla de comida para gatos por si la encuentro, no sea que mientras que subo a casa decida marcharse. Hacía ya algo más de una semana que no la veía pero el martes por la noche, cuando empezó a apretar el frío, pensé que la encontraría al llegar a casa. Y allí estaba, esperando su ración. También estaba el miércoles por la mañana y ayer jueves, también por la mañana (fue entonces cuando me di cuenta de que era una gata, porque me dejó que la cogiera en brazos después de que saliera a saludarme y a restregarme la cabecita) pero ni ayer por la noche ni esta mañana la he visto. Por eso pienso que es un espíritu libre, que viene de vez en cuando a buscar calor y comida, para seguir con su vida. Eso sí, sé que si la veo en apuros, pasará a ser un miembro de la familia. En cierto modo, ya lo es, sólo que es un pelín nómada.

Y mañana, empieza el último "-bre" del año (lo siento, Febrero no cuenta). Y ya huele a Navidad, y mañana toca empezar a decorar la casa y hará un año que empecé a escribir este blog.

(No he tenido tiempo de subir todas las fotos que he hecho y que quiero que ilustren esta entrada en el blog; cuando lo haga, podréis conocer a los tres protagonistas de esta historia: el árbol, el caracol y la gata).

P.D. Hoy, 7 de enero, cumplo lo prometido. Aquí van las fotos del árbol caído y de Caracoli (sí, ya sé que no me he quebrado buscándole el nombre, pero es que es muuuuuuy pequeñín).




miércoles, 31 de octubre de 2012

Balance de octubre

Termina el mes de octubre sin que yo haya pasado por aquí. Esta época del año, de septiembre a diciembre, es mi favorita, y la noche de Samhain, esa en que el velo que separa el mundo de los vivos del de los muertos se hace aún más fino, la que marca el comienzo del invierno en el calendario gaélico, se presenta como momento idóneo para rendir homenaje al mes de octubre que hoy termina. Octubre trae mi cumpleaños, el de mi madre y el de mi hermana. Mi abuela Elvira también cumplía años en octubre. Trae también el comienzo real del curso, con todo su ajetreo y sus ilusiones; trae lluvia que limpia, aunque a veces se exceda, y los primeros fríos. Este año también ha traído algún susto que, afortunadamente, no ha dejado de ser un susto (gracias, gracias, gracias), y, ayer, me presentó a un personaje entrañable, el tierno Sparky que me hizo echar de menos aún más si cabe a todos los que han pasado al otro lado. Ayer me dormí abrazada a una foto en la que estoy con Mimi, en la primera Navidad que pasamos juntas. Deseaba, como todos quienes han perdido a un ser querido, que me hiciera notar su presencia de alguna forma. ¡Cuántas veces habré pedido una señal!

En fin, Samhein blessings to all of you. Mañana será otro mes.