Se ve que Jesús no quería tener solo la mirra que le trajeron los Magos de Oriente, y ha querido llevarse hoy a mi Mirra linda. Mi Mirrilla, mi adorable gata-perra, mi princesa del guisante, delicada, cariñosa, viajera, indescriptible. Hasta para marcharse ha sido preciosa. Soy muy consciente de que debería ver cómo se ha desarrollado todo como un regalo; de hecho, lo soy, pero es difícil ver como un regalo algo que no quería que sucediera. Mirra me ha enseñado tantísimo, me ha regalado tantísimo, mucho de lo cual no supe ver en su momento pero lo veo ahora, que me considero privilegiada porque alguien no la quisiera y acabase en mi casa. Their loss, my gain, my enormous treasure.
Pero ahora estoy rota, destrozada, y muy cansada. Te echo de menos, Mirra, y te querré siempre. Love trumps death and death is not the end.
(Continuará)