domingo, 9 de noviembre de 2014

Misi

Misi fue el primer gatito de la familia. Mis hermanos y mi hermana se lo encontraron volviendo del colegio y, en un principio, iba a quedarse en casa de unos vecinos, pero su madre no quería más gatos, así que se disponían a devolverlo al lugar donde lo habían encontrado. Mi madre me llamó para que lo viera y ahí empezó nuestra historia. Tendría poco más de dos meses. Me miró, lo cogí en brazos y, con un "tú no vas a ninguna parte" lo llevé a casa. Se pasó toda la tarde durmiendo en mi regazo, hecho un rosquillo. Abría los ojitos y seguía durmiendo. El pobre debía de estar agotado porque no se le retiraba del todo la membrana nictitante. Nos robó el corazón.
Por la noche le preparé una mantita en el suelo, para que se acostumbrara a dormir en ella. Apagué la luz y aquella bolita se subió a los pies de la cama. Lo bajé, apagué la luz de nuevo y se volvió a subir, como si nada. Aún me parece verlo, tan pequeñajo y despeluchadillo. Resabiado, a la tercera se hizo un rosquito en la almohada. Y fue la primera noche que durmió en la que ya pasó a ser SU cama. Hoy hace 22 años que llegó a nuestras vidas para quedarse, aunque el 24 de noviembre hará 14 que lo echo de menos. Mientras el mundo celebra que un 9 de noviembre cayó el muro de Berlín, yo celebro que tres años después llegó a mi vida una criatura que me la cambió por completo, y que me descubrió rincones de mi corazón que no conocía. Llegó para quedarse para siempre. Te quiero, Mirrimoncho. Hasta el reencuentro.

martes, 13 de mayo de 2014

Entonces y ahora: otro apunte nostálgico: Ecofeminismo/s: mujeres y naturaleza + Minus sigue siendo más


Pronto hará un año que se me fue mi Minus y, si la primavera ya de por sí se me hace muy dura de llevar, este mes de mayo está siendo un doloroso recordatorio constante. Bueno, no tanto, está lleno también de todos los buenos momentos que pasamos antes de saber el diagnóstico: el dormir juntos más horas de lo común con la típica modorra primaveral, la alegría cuando parecía que podía volver a comer sin problemas ("la felicidad es oír a Minus lamer el plato", me dije una noche). He pensado mucho en nuestro último invierno juntos, mientras terminaba el artículo que hoy me ha llegado en formato impreso, publicado en el número 22 de la revista  Feminismo/s. Minus dormitaba con Mirra, Mishkin o Minca o escogía subirse al escritorio, junto a mí. Ya ves, Minus, cualquier excusa es buena para rendirte un homenaje. Gracias por acompañarme, entonces y ahora. Te echo de menos tantísimo. Minus es más. Siempre conmigo.

miércoles, 23 de abril de 2014

Porque las cosas cambian


La de tiempo que hacía que no escuchaba esta canción, y me ha dado por escucharla hoy; precisamente hoy. La última vez que la había escuchado, Berlioz ya se había ido, pero estaban aquí Mimi, Minus, Fanny, y Brontë no se había perdido. Tampoco estaba pasando lo que pasaba hoy mientras escuchaba de nuevo la canción; o al menos no estaba pasando de la misma forma, o no era tan evidente. Al fin y al cabo, ¿no morimos cada día?

Pero las cosas cambian y, si bien algunos se fueron, otros llegaron. No estaban aquí Minca, ni Michi, ni Portos, ni Nati, y buscando a Brontë nos encontramos con Mani.

Las cosas cambian y, aunque el cambio a veces duela, es bueno que cambien. Feliz reencuentro con Doris, querido Harald. Ahí no hay dolor.


domingo, 30 de marzo de 2014

Never such innocence again (Philip Larkin)




 Mañana me marcho a Cádiz, invitada por la Asociación Cultural Universitaria Ubi Sunt? para dar la conferencia inagural de su XV Congreso Multidisciplinar, que este año tiene por título "Literatura e Historia". He vuelto a sumergirme en la Primera Guerra Mundial para hablar de cómo la contienda influyó en la evolución personal y en la creación literaria de J.R.R. Tolkien, y se ve que ando lejos de endurecerme con la edad porque volver a leer algunos textos que ya conocía me ha dejado rota.Cuando terminé mi licenciatura, me dediqué a escribir mi tesis doctoral sobre The Lord of the Rings; cuando Tolkien terminó la suya, le tocó experimentar los horrores de la guerra. Indudablemente, mis twenties fueron más afortunados que los suyos. 


Cabe preguntarse qué color habría tenido la producción literaria de J.R.R. Tolkien si hubiera sido tan afortunado como yo y le hubiese tocado vivir una juventud en paz, pero creo que ese tipo de preguntas no nos llevan a ninguna parte. Al fin y al cabo, como ya le dijo Gandalf a Frodo, no nos corresponde a nosotros decidir qué época nos toca vivir, sólo nos queda decidir qué hacer con el tiempo que se nos ha dado. Tolkien perdió a todos excepto a uno de sus amigos de infancia en la guerra, ninguno de ellos llegó al cuarto de siglo; tantas vidas jóvenes segadas en medio de tanto horror supone una pérdida para la humanidad entera pero, desgraciadamente, cuando falta poco para que se cumple el primer centenario del comienzo de la guerra que se suponía iba a terminar con todas las guerras, pareciera que la pérdida está perfectamente asumida. Philip Larkin expresó muy bien lo que se rompió en 1914: "Never such innocence again".

Encontré una reproducción de un póster de la Primera Guerra Mundial que solicitaba libros para los soldados que estaban en el frente y recorté la imagen para utilizarla como base de lapresentación de diapositivas que voy a utilizar para la conferencia, con la esperanza de que alguna vez la pluma sea más fuerte que la espada o, en este caso, los libros más fuertes que la bayoneta. Reproduzco la imagen aquí, con el poema MCXIV, de Larkin. Si os fijáis bien, la pila de libros supera en altura la de la bayoneta. No volveremos a recuperar esa inocencia, pero, si bien no tengo mucha esperanza en la especie humana, no quiero perderla del todo. Que la historia y la literatura nos ayuden a no olvidar.

martes, 4 de febrero de 2014

Namárië

Esto es para ti; ambos sabemos ya quién eres, tras dejar el anonimato. 
GRACIAS, GRACIAS, GRACIAS.
Namárië